La Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el día mundial de la Seguridad y Salud en el trabajo, nos plantea el reconocimiento de un «entorno de trabajo seguro y saludable, como principio y derecho fundamental en el trabajo». Lo aborda desde una perspectiva macro, haciendo hincapié en los elementos clave necesarios para promover la realización de un medio ambiente de trabajo seguro y saludable, desde una perspectiva del desarrollo de políticas nacionales.
En fechas recientes, se presentó la Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo 2023-2027. Abunda en la necesidad de una mayor eficacia de la prevención, “con el objetivo de conseguir la mayor eficacia posible en la mejora de las condiciones de seguridad y salud en el trabajo e intentar anticiparse y gestionar las posibles amenazas y riesgos para la salud de las personas trabajadoras ante el cambiante mundo laboral”.
En este día y desde un ámbito más local, desde nuestro servicio de prevención mancomunado, quieren destacar de qué modo, una estrategia colaborativa en el marco de una verdadera integración de la prevención en la organización, redunda en la creación de ámbitos de trabajo más saludables y seguros. El plan de prevención mediante su política y sus procedimientos establece criterios de trabajo contrastados, metodologías consensuadas e instrucciones de trabajo seguras, pero también, y este aspecto es muy relevante, debe recoger los roles y las responsabilidades de los distintos actores, desde las personas que ostenten la Dirección hasta la última que desarrolle un trabajo. Sin embargo, no basta con esta definición de roles; es necesario dar un paso más, y promover una atmósfera en la que la corresponsabilidad sea el elemento nuclear de la cultura preventiva.
Esta responsabilidad compartida, desarrollada con la convicción de que el resultado final, es mucho más enriquecedor que cada una de las aportaciones que se realizan a nivel individual, es el motor que multiplica la eficacia de la actuación preventiva. Una perspectiva que debe prevalecer como marco estratégico de un sistema de gestión de la prevención. En este contexto, queremos destacar el rol que juegan los mandos intermedios. Su labor posee ese efecto amplificador que mencionábamos. Son quienes mejor conocen las necesidades y las especificidades de las distintas actividades. Su liderazgo es fundamental para conseguir una transformación de la cultura preventiva, cuyo pilar sea la creación de escenarios de mutua colaboración, que fomenten en sus colaboradores, por un lado, el cumplimiento de las instrucciones de trabajo seguro, y, por otro, el desarrollo y perfeccionamiento de aquellas, fruto de las aportaciones de su experiencia y su conocimiento, en un marco de mejora continua de la gestión preventiva.