PASCUA JUVENIL EN HERMANAS HOSPITALARIAS

Pascua juvenil, los centros de Hermanas Hospitalarias en Valladolid y Elizondo (Navarra) han recibido esta Semana Santa a jóvenes que han participado activamente en las iniciativas promovidas con motivo de estas fechas tan destacadas.

 A los residentes de los Centros Hospitalarios Benito Menni de Valladolid y Elizondo (Navarra) les han acompañado esta Semana Santa un grupo de jóvenes voluntarios con los que han compartido sus actividades del día a día. Todos ellos han tenido la oportunidad de vivir la Pascua de otra manera, compartiendo experiencias y distintas formas de vivir el mundo de hoy.

Los jóvenes también han colaborado activamente con el servicio de Pastoral y Voluntariado en la Animación de los Vía Crucis organizados en los Centros.

Agradecemos a la Comunidad de Hermanas, al Consejo de Dirección y a todo el personal de los dos centros que han favorecido tanto, la experiencia hospitalaria de estos jóvenes, a través del amor y del servicio.

Os dejamos aquí el emotivo testimonio de Johanna Pérez, participante de la Pascua de Elizondo y un vídeo de cómo han vivido esta Pascua.

«El Señor nos ha regalado una Pascua especial. Primero nos llamó, escogió a doce casi-desconocidos con dos cosas en común: al pastoralista del Centro Padre Menni de Elizondo (Álex Palacios) y la fe. Por amor a Dios, ocupamos la casa parroquial de este pueblo del Baztán durante cuatro días. 

Ha sido una alegría conocer a los usuarios del Centro. Hemos aprendido de su sencillez, su espontaneidad y su generosidad al abrirnos sus vidas, sus habitaciones, sus anhelos y preocupaciones. Trabajar, jugar y pasear con ellos nos ha llenado de ternura, humanidad y también de preguntas. Es verdad que el sufrimiento nos descoloca, nos enfrenta a la realidad del hombre y no siempre confiamos en que es parte del plan de Dios para nuestra salvación. Con su resurrección, Jesús da respuesta a los interrogantes y promete la vida eterna para aquellos que en la alegría y en el dolor le amen. 

Se merecen nuestro sincero agradecimiento los trabajadores del Centro porque para ellos es más que una jornada laboral: ponen todo su cariño y hasta su tiempo libre en hacer de Menni una familia, en fraternidad, en igualdad, en amor. Y, encima, nos han tratado con mucha caridad (la bata blanca no nos hacía médicos ni psicólogos).

Debe ser que el agua del valle les da una consistencia especial. Los oficios en la parroquia del pueblo han sido otro regalo: una iglesia bonita por fuera y fervorosa por dentro. 

Gracias por la acogida, por la apertura, por incluirnos en vuestra rutina y por amar tanto a Dios. Hasta hemos aprendido algo se euskera: algún Aupa!, eta zure espirituarekin y algún eskerrik asko.

Eskerrik asko (`muchas gracias’) define bien nuestra experiencia.

Gracias a Dios, que nos ha ido enseñando a desprendernos de nuestra comodidad, de nuestra forma de vivir la liturgia, de nuestros horarios y hasta de los planes. 

Gracias, hermanas hospitalarias, por vuestro ejemplo y vuestra vida de entrega.

Gracias, Elizondo, por el cariño a los pacientes, por la invitación y por cuidar a don Javier (y ahora también a Jangel). 

Gracias, Alejandro y Vero, Álex y Clara, Andrea e Izaskun, Clara y María, Javi, Pablo y Santi, por venir de lejos o de cerca, por aguantarnos, por hacernos reír tanto, por ayudarnos a vivir en servicio, en amor, en comunidad.

GRACIAS A DIOS. Que Él os pague tanto amor y que no nos cansemos de amar al prójimo porque  <<todo lo que hicisteis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis>>.»

 

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